viernes, 22 de diciembre de 2017

Una ley distinta para cada uno

Los hechos que relato son del año 2014. Córdoba  y Esmeralda, 17hs. Un grupo de manifestantes protesta frente al edificio del ANSES, tiran piedras, bolitas de vidrio con gomera y demás elementos contundentes. Suenan bombos, explotan petardos y bombas de estruendo. La policía, a respetuosos 100 metros, cierra la avenida y todas las calles aledañas. En un momento vuela un cascote y le pega en la espalda a una viejita octogenaria que cruza lentamente. La señora cae, se abre la pera contra el asfalto, y empieza a sangrar. Llora. Dos muchachos la socorren, la calman, la levantan y la acompañan hacia la vereda. Nada más. Yo, que observo todo parado en la esquina de la calle Esmeralda, me acerco a un poli y le pregunto:
-¿No viste lo que le hicieron a esa viejita?
El poli me mira, y me contesta:
-No podemos hacer nada
Le retruco:
-Y si yo agarro esta piedra de acá –le señalo una piedrota en el piso- y te la tiro a vos ¿qué pasa?
El cana, con cara de frustración, me contesta:
-Te llevo en cana
Me quedo en silencio al lado del tipo. Siguen volando las piedras contra la poli y contra todo lo que se mueve. Pienso “la turba me habilitaría”. Enseguida me viene a la mente una frase de Rajneesh: “La muchedumbre es un falso sustituto de la unidad. No quemarías una mezquita estando solo, no destruirías un templo estando solo, pero como parte de una multitud podés hacerlo, porque ya no sos responsable como individuo: todos son responsables, así que nadie en especial lo es”
-La ley no es igual para todos, le digo al uniformado, y me doy vuelta para entrar en el instituto en donde entonces estudiaba. Mientras me alejo, el cana me dice:
-No, no lo es.

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