Año 1979, yo tenía diez años. Mi abuelo había regresado de Uruguayana.
Se había comprado un televisor a color, una máquina de afeitar, un pasacasete y
un par de buenos bolsos. Había traído también revistas… revistas para hombres.
Un viernes al mediodía vino a comer a casa, contó su viaje a Brasil, y
en los postres sacó una de esas revistas. Se la mostró a mi vieja, que
enseguida le dijo que tuviera carpa, que estaba yo y se me iban los ojos.
Pero algo alcancé a ver… recuerdo un dibujo en el margen superior
derecho: una mujer con pelo negro muy corto, blanca, llevaba medias negras con
puntilla en las dos piernas y tacones altos en los pies. Practicaba una pose…
como un insecto. O como un hombre feminizado.
También vi otras cosas: tetas, mucha lencería y tacones, curvas y vello
púbico, minas gratamente sometidas por hombres vestidos con jogging o con
traje.
Pero el dibujo… algo pasó con ese dibujo, se me encendió un fuego
adentro, entre las tripas.
Pasaron pocos años y una tarde, mientras buscaba una herramienta entre
los cajones del galpón del fondo, me encontré con esas revistas. Eran dos,
Playboy. En una de las portadas había una playmate rubia, y en la otra, una
morocha.
Me apoderé de ellas, naturalmente. Durante las primeras semanas miré
las fotografías casi a diario, recorrí sus curvas, imaginé el suave contacto de
ese universo. Luego poco a poco las fui olvidando. Cada tanto el azar las
colocaba frente a mis ojos, y entonces de nuevo las miraba. Las conservé
durante años, hasta que se perdieron, como todo, en el cambiante traqueteo del
olvido.
En 1985 vi la película “Apocalypse Now” por primera vez, y en la parte que “Chef” lee en voz alta un relato directo de una revista, es Playboy: la misma
revista que tenía yo. Luego pega el póster de la playmate del año en la cabina
del bote. Era mi playmate, la rubia.
Alguna vez, ya de grande, googlé su nombre, y supe que había muerto asesinada
por su marido en 1980, menos de un año después de haber hecho esas fotos.
“Tanto fantasear y ya estaba muerta”, pensé.
Buen relato, amigo
ResponderEliminarGracias, amigo
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