jueves, 8 de marzo de 2018

Playmate fantasma

Año 1979, yo tenía diez años. Mi abuelo había regresado de Uruguayana. Se había comprado un televisor a color, una máquina de afeitar, un pasacasete y un par de buenos bolsos. Había traído también revistas… revistas para hombres.
Un viernes al mediodía vino a comer a casa, contó su viaje a Brasil, y en los postres sacó una de esas revistas. Se la mostró a mi vieja, que enseguida le dijo que tuviera carpa, que estaba yo y se me iban los ojos.
Pero algo alcancé a ver… recuerdo un dibujo en el margen superior derecho: una mujer con pelo negro muy corto, blanca, llevaba medias negras con puntilla en las dos piernas y tacones altos en los pies. Practicaba una pose… como un insecto. O como un hombre feminizado.
También vi otras cosas: tetas, mucha lencería y tacones, curvas y vello púbico, minas gratamente sometidas por hombres vestidos con jogging o con traje.
Pero el dibujo… algo pasó con ese dibujo, se me encendió un fuego adentro, entre las tripas.
Pasaron pocos años y una tarde, mientras buscaba una herramienta entre los cajones del galpón del fondo, me encontré con esas revistas. Eran dos, Playboy. En una de las portadas había una playmate rubia, y en la otra, una morocha.
Me apoderé de ellas, naturalmente. Durante las primeras semanas miré las fotografías casi a diario, recorrí sus curvas, imaginé el suave contacto de ese universo. Luego poco a poco las fui olvidando. Cada tanto el azar las colocaba frente a mis ojos, y entonces de nuevo las miraba. Las conservé durante años, hasta que se perdieron, como todo, en el cambiante traqueteo del olvido.
En 1985 vi la película “Apocalypse Now” por primera vez, y en la parte que “Chef” lee en voz alta un relato directo de una revista, es Playboy: la misma revista que tenía yo. Luego pega el póster de la playmate del año en la cabina del bote. Era mi playmate, la rubia.
Alguna vez, ya de grande, googlé su nombre, y supe que había muerto asesinada por su marido en 1980, menos de un año después de haber hecho esas fotos.
“Tanto fantasear y ya estaba muerta”, pensé.

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